jueves, 21 de mayo de 2009

Super Jirou!


Esta es una anécdota que debe ser contada como se merece. No puede uno tirar por la borda semejante acto de valentía así como así. 

Empecemos.


Tan rápido como el 60 por Av. Córdoba en hora pico. Fuerte como para levantar un porrón de medio litro hasta terminarlo. Puede saltar los charcos de las veredas rotas de la estación de Longchamps y caer en una baldosa floja. Él essssssssss: SUUUPEEERRR RUUUSOOOO!!!!

Detengámonos en el locutor eufórico diciendo mi nombre. Ahí podemos ver, si la cámara me acompaña, mi imagen tomada desde abajo (ángulo contrapicado), los puños cerrados sobre la cintura formando como una tetera de doble asa, la remera de Jazzy Mel de 7mo grado en el cuerpo privilegiado de los 30 sobre un abdomen trabajado a fuerza de litros de cerveza, sedentarismo y asados, en mis piernas un delicado jogging gastado con las medias sobre el mismo, cual recolector de residuos de Manliba, zapatillas Hip-hoperas tamaño baño y el casco de la bicicleta (que me queda chico).

Gracias por mantener esta imagen en sus pupilas mientras continúo el relato.

 

(Música tenue de suspenso. Voz misteriosa relatando los hechos)

Adentrada la noche, 2am para ser preciso, me encontraba en mi casa de la Avenida Siempreviva al 82b, en los suburbios de Grey Lynn (sin parentescos con Lynn Tanner de Alf). Un misterioso caso me tenía en vela: no encontraba el paquete de papas fritas, el cual, aseguraba, debía contener aún ciertos restos.

Cuando al fin lo encontré debajo del paquete de galletitas, también abierto, suena mi celular. Miro sospechosamente la situación: Quién osaba interrumpirme en medio de mi tentempié nocturno? Era un mensaje de Nina, quien vive a unas 10 cuadras de mi paradero: “Estás despierto? Es importante!”

Respondo inmediatamente. No era normal este tipo de mensajes, menos aún porque había estado en la casa de ella durante la tarde y no mostró signo alguno de excitación sexual, de hecho, me echó porque no me iba más y le había comido su cena. Calculo que, como pasa con Clark Kent, no sospecha que detrás de este simpaticón Argento se esconde un súper héroe.

Suena mi celular de vuelta. Era ella llamando. Atiendo.

-          Hola, qué pasó? – le pregunto.

-          No sé, estoy asustada, la alarma empezó a sonar y no para! Estoy segura que escuché ruidos abajo y Magalie, que tiene su pieza ahí, no responde a mis llamados. No sé qué hacer!

-          Tranquila, mujer! – Voz segura, mirada firme, mano en el boxer acomodándose la gallina.

-          Biërte está acá al lado mío, ella también escuchó ruidos. Estamos encerradas en mi cuarto. Podés venir? – me dice temblorosa.

Parado enfrente del ventanal, con la luz de la luna iluminándome, mirando al horizonte, pecho inflado y labios contraídos respondo:

-          Porqué no llamás a la policía? Digo…me parece…

-          Sí…tenés razón – me dice nerviosa – pero no sé el número.

-          No te preocupes, te lo busco en Internet. – Siempre listo!

-          Pero podés venir igual?

-          Por supuesto! – saqué mi mano de la entrepierna. Este era un asunto importante que debía resolver.

Hube cortado con la señorita en problemas, inmediatamente le mando un mensaje de texto con el número de la policía y me dispuse a hacer lo que todo gran héroe del conurbano bonaerense haría ante tal desesperante situación: Tiempo.

Si lograba retrasarme lo suficiente, la policía habría llegado antes que yo, chequeado y estaría a salvo de cualquier posible maleante…quiero decir…el maleante estaría a salvo de mí: YO NO PERDONO. (Suena música histriónica y primer plano con mi ceja levantada mirando a cámara)

-          A LOS RUSOTUBOS!

-          SSSHHHHH!!!!! – escucho.

Mis flatmates desde la habitación pedían silencio.

-          Sory…

 

[Chana nána nana nana, chana nána nana nana, chana RUSOOOO!!!]

Entro a mi escondite secreto, detrás de mi campera universitaria modelo ’80 se esconde mi traje. Poniéndome los joggings me encuentro con Lisa, mi flatmate, observándome desde el pasillo. Se había levantado para ir al baño, con los pelos revueltos y los ojos hinchados, trataba de entender, con mirada sorprendida, porqué yo estaba en el suelo tirado, revolcándome, calzándome los pantalones. 

(Tendría que matarla a mi regreso, no es posible que alguien sepa de mi doble identidad…sino, le pediría un descuento en el precio de mi habitación)

Raudo, salgo hacia el garaje en busca de mi corcel de 18 cambios. Me abrocho el casco y salto como el zorro, desde atrás, para depositarme en el asiento.

Iba, todavía con el dolor en los huevos por haberme dado de lleno contra el asiento ante semejante pirueta, saliendo de mi casa, pedaleando en pendiente arriba, con el piñón más chiquitito puesto. Un esfuerzo sobre humano el que tuve que hacer para escalar dicha pendiente!

Recorría las calles del dormido barrio a unos 3.5Km por hora…eso calculé luego que un borracho se me adelantó para tirar una botella en un tacho. Las pendientes son complicadas en Nueva Zelanda, tuve que hacer un alto ante un ritmo cardíaco sofocante…a unas 3 cuadras de mi guarida. Busqué la cantimplora para refrescarme…me la había olvidado. A pesar de los contratiempos, no podía detenerme, había mujeres indefensas esperando ser rescatadas. Debía seguir!

Monté otra vez y aceleré…la calle en bajada me vino al pelo…iba como loco con la lengua afuera como canino en el auto.

Cuando voy aproximándome al lugar, veo el camión de los bomberos. Arribo velozmente, serio. Los bomberos ya se estaban yendo. Por supuesto, ellos saben identificar a un héroe cuando lo ven, y la comunicación entre colegas protectores del ciudadano es fluida:

-          Todo en orden? – Pregunto con voz grave.

El primer bombero me mira de arriba abajo…debía ser mi sublime presencia o mi respiración agitada y la frente chorreando transpiración cual final de maratón de 80Kms en el desierto del Sahara…

No me contesta…ok…pobre…debe estar shockeado al ver semejante paladín de la justicia. Soy un tipo que sabe comprender. Veo venir a otro.

-          Hola, qué tal? Está todo bien? – voz aguda, hombros encogidos, sonrisita macanuda.

-          Sí, parece que se activó la alarma de incendio por un golpe de viento.

-          Eh…y chequearon el lugar? – debía cerciorarme que todo estuviera en condiciones…y que no me encuentre nada raro después.

-          Sí, no había nadie.

-          Gracias! Buen trabajo, compañero! – Firme, levanto la mano con el pulgar arriba. El flaco me mira frunciendo el seño, niega con la cabeza y se va en silencio.

 

-          Están bien, chicas? – me dirijo a las 3 señoritas que aguardaban en la puerta.

-          Sí. – entran en la casa.

Amarro mi corcel y entro yo también.

-          Disculpame por llamarte a esta hora – me dice Nina.

-          No hay problema. – peino mi ceja y le sonrío.

Todo acto heroico es merecedor de una recompensa. El estar ahí con esas 3 señoritas bien proporcionadas me decía que iba a pasar una noche que no iba a olvidar.

-          Bueno, me voy a dormir – dicen Nina y Biërte, y salen disparadas a sus cuartos cerrando las puertas delante de mí.

Magalie me mira:

-          No querés dormir abajo conmigo? – Y bue, 1 de 3 no está mal de todos modos.

Bajamos las escaleras.

-          Acá fue donde escucharon los ruidos. – me comenta.

Ah…qué lindo! 

-          No querés revisar las habitaciones por las dudas? – me dice.

-          No revisaron los bomberos?

-          Sí.

-          Ok, no te preocupes, reviso de nuevo. – Estando seguro que ya le habían echado un ojo, voy campante pieza por pieza.

La parte de debajo de esa casa nunca la había conocido. Era medio escalofriante. Luz tenue, piso de madera rechinante, pasillos angostos…quién me había mandado a meter ahí?! 

-          Podés revisar acá?

-          Qué es esto?

-          El sótano.

-          Ok. – la puta madre!

Entro despacio, busco la llave de luz.

-          Y la luz?

-          No, no tiene.

Achalay!

Piso fuerte como para que me escuchen entrar. Me hago el que reviso, (bastante cerca de la entrada, por cierto) muevo un par de cajas y cosas así nomás.

-          Segura que revisaron los bomberos acá también?

-          Sí sí.

Ahí encaré más decidido. Aunque bastante cagado, de todas maneras.

-          Qué es ese ruido? – me dice.

-          No, nada, mis rodillas…el frío.

-          Tenés frío? – Me decía en remera.

-          Eh…sí sí…

No va que se cae una caja y pego un salto que doy contra la tabla de surf colgada encima mío.

-          Estás bien?

-          Sí sí…jeje…pensé que te había pasado algo. – me miraba relajada con sus anteojos reposando en mitad de nariz.

 

-          Bueno…creo que eso es todo, vamos a dormir? – dije emocionado frotando mis manos como quien espera un suculento plato de fideos a la boloñesa bien calentito.

-          Sí.

Salimos del sótano. 

-          Acá tenés una habitación libre. – me dice.

-          Ah…claro…

-          La mía está allá, al lado del baño. – me señala al final del pasillo - Gracias por venir, en serio. – me sonríe.

-          Nah, por nada!

-          Hasta mañana.

-          Chau! Que duermas bien.

Dícese de la habitación JUSTO al lado del sótano la destinada para que descanse. Acostado con el velador prendido, vestido, mis manos reposando en mi estómago y los ojos abiertos como lechuza, permanecí despierto 2hs escuchando ruidos de todo tipo en esa casa donde las paredes son de papel. Se daban vuelta en la cama en la pieza de arriba y yo escuchaba el ruido de la colcha. Sumado a los gatos y otros ruidos provenientes de la calle, creo que debí ser el único que permaneció en vela tanto tiempo.

Pero un relato de tal bravura no puede terminar de esta manera, digamos mejor que, como el único hombre de la casa, valiente y bravo, permanecí alerta, haciendo guardia ante cualquier eventual ataque de villanos.

Así, parado en medio de la habitación, en medias, con mi jogging, mis puños sobre mi cintura, la frente en alto y la mirada triunfal hacia la ventana tapeada, las jóvenes podían dormir seguras.

-          Qué hacés ahí parado? Podés apagar la luz que me entra el reflejo por debajo de la puerta y me molesta? – dice Magalie parada en la puerta de mi pieza.

-          Sí, claro.



2 comentarios:

Martín dijo...

y loco???? que onda?? no escribís más???

LVC dijo...

Y esto q es, pedazo de choco!? Ten paciencia, man, ahora soy un hombre trabajador...se me acabó la joda! snif!