
Llegamos de mañana, alrededor de las 11 si mal no recuerdo. Esto, haciendo una pausa, es parte de las historias que quedaron colgadas. Imagínense que Nina estuvo solamente 4 meses en NZ, a principios del año pasado…sí, pasó bastante tiempo hasta que me decidí escribir de una vez por todas. En fin…sigamos.
El día: espectacular. Arribamos al muelle de Waiheke como acostumbramos hacer: sin la más puta idea de donde ir. Empezamos a mirar en la Terminal horarios de bondi que nos arrimen a algo que pareciera playa. Por suerte, para salvación del latino colgado, hay un mapa muy lindo q te dice “Ud está aquí” (que en nuestro caso un “nabo!” al final de la frase no hubiera venido mal) , y muestra el recorrido de los bondis hacia los diferentes puntos. Algo que nos llamó la atención fue un cartel con fotos de personas no gratas en la isla. Sí, con fotos a color, una a una, prolijamente ordenadas en un marco donde debajo de la foto una leyenda indicaba el nombre y motivo por el cual no era bienvenida esa persona.
Encontramos la grilla de horarios del bondi, al ser fin de semana pasaba como cada 1 hora. El problema era que el anterior había partido ni bien llegamos así que tendríamos que esperar. Julito andaba con su bicicleta, su idea original era que iba a ir a entrenar con un amigo varios Kms por la mañana bien temprano, antes de partir. Cuestión que llegar en bici llegó al puerto, pero porque se había quedado dormido y era más rápido venir en bici que esperar el bondi.
- Bueno, y ahora? – Dice Nina.
- No sé…vayamos caminando por la ruta esta q parece ir hasta la playa. No creo q estemos tan lejos. Si en el camino encontramos un bondi, nos lo tomamos y listo. – digo
- Ok, yo me adelanto con la bicicleta. – Dice Julio. – Nos vemos en la playa directamente.
Así partimos todos. Contentos íbamos caminando bajo los rayos del sol. Lo que no tuvimos en cuenta, y eso que no éramos del todo nuevos en la geografía neocelandesa, era que las rutas suelen tener pendientes. Eso, sumado a nuestro estado físico, hizo que el ritmo fuera bastante lento.
- Cuánto falta? – pregunto.
- Amigao – dice Ge – creo que no estamos tan lejos.
Aline se da vuelta.
- Ahí veo un cartel. – dice Ali.
- Qué dice? – Le pregunto.
- Fe…..rry…..Ter….mi…Ferry Terminal.
Así era, después de 15 minutos de caminata todavía teníamos a la Terminal bien grande ante nuestros ojos. Pero del otro lado un cartelito mágico nos invitó a abandonar nuestra caminata: Bus Stop.
- Bueno, no creo que falte mucho para que venga el siguiente bus, no? – Digo.
Esperamos….y esperamos. De las piedritas que había en la vereda no me quedó ninguna a mano. Las había pateado todas. El sol pegaba duro y el aburrimiento era peor que el sol. El asfalto calentaba el aire, y el horizonte parecía reflejado en el agua. Sentimos una bocina. Todos reaccionamos. Era una traffic.
- Hola chicos, necesitan ir a la playa? Yo los puedo llevar. – nos dice el conductor.
ALELUYA!!
- Por 5 dólares los alcanzo hasta la playa que me digan. – un poco caro el buen hombre, pero ya estábamos jugados.
- Y daaaaaaale!
El tipo (Max) nos explicaba que podíamos hacer con él el recorrido de los viñedos por la módica suma de 20 mangos por cabeza. Nosotros le dijimos que primero queríamos hacer playa y después veíamos que onda.
Así caímos en nuestro destino.


Cómo “ávido” playero que soy, mi equipaje no constaba con protector solar, o toalla para apoyar el tuje en la arena, pero ojo, infaltables mis “glasses” negros para hacer "face" en la playa…oooobvio, boló! Bastante al pedo contando que en la misma había una familia, una pareja de viejos, algunos canes y nosotros. Yo esperaba que la Sirenita saliera del mar, al menos para hacerle rostro a ella...con mi suerte seguro salía Tritón y me daba con el tridente.
Esperando hacer usufructo de los demás miembros de la tropa, me di cuenta de que ellos tampoco venían preparados. Nina fue la única que reparó en protector solar dada su pálida tez.
- Che, tengo hambre. – Naturalmente, eran como las 2 y no habíamos almorzado.
- Pariente, vayamos a comprar algo a algún super de por acá cerca. Hay una parrilla que la podés usar gratis allá - me señala la punta de la playa -, podemos hacer algo ahí. – Dice Julio.
Por supuesto el hecho de parrilla me había tentado y los demás asintieron. Así que fuimos entonces con Julito a comprar las provisiones. Yo ya fantaseaba con un choripan, una carnecita ardiendo, etc. Varias playas y parques cuentan con esto de parrilla gratis. Si bien es más como una plancha gigante a gas más q una parrilla. Tienen un sistema q apretás un botón y la parrilla se enciende, dura aprox 40 minutos encendida, después, si querés seguir usándola, tenés q volver a prenderla.
Decidí ir descalzo, para qué zapatillas si estábamos en la playa? Pero parece q mis años en Villa Gesell nunca terminaron de inculcarme nada. Fuera de la playa hay calles de asfalto (tarado! - me repetía a mi mismo) y con el asfalto también hay altas temperaturas y, para peor suerte, estas calles estaban hechas todas de piedritas sin alisado. Mis patas sufrían acompañadas a un “Auch!” “Ough!” y toda clase de onomatopeyas que esbozaba a cada paso.
- Supermercado? – nos dice una señora. – Sí, a unos 3Kms de acá, si seguís por esta ruta.
Nuestra mirada de profunda decepción le dijo todo a la señora.
- Creo que por acá a 2 cuadras hay un almacén. No sé si estará abierto…a ver qué hora es – se fija en su reloj – si se apuran creo que llegan.
Ni lo dudamos….
AUGH! OUGH! YAY! AUGH! OUGH! YAY! AUGH! OUGH! YAY! AUGH! OUGH! YAY! AUGH! OUGH! YAY!....
Pero llegamos a tiempo.
Esta proveeduría tenía 4 cosas locas. Así q compramos una lata de atún (la última que quedaba), un queso, pan lactal, un agua, 2 tomates (también los últimos) y un cartón de vino de 3 litros…sí sí…venía incluso con una canillita para servirlo…por supuesto, era RECONTRA baratongo. Me hacía acordar a cuando con el Gallego y el Torter estuvimos en Monte. Según los cálculos de “el Gran Contador” (el gaita) con 20 mangos íbamos a estar como duques. El micro ida y vuelta nos salíó $14, el camping otros $3 y no pescamos una mierda. Imagínense lo que comimos…eso fue pijotear!
En fin…cuestión que volvemos con nuestro botín e ideamos un sistema de producción fabril para armar los “sánguches”, cosa de hacerlo más rápido y así saciar el hambre voraz q teníamos todos.

Y fuimos al primero de ellos.
Para nuestra suerte nos ofrecieron galletitas con queso y chupi. Les bajamos todas las galletitas entre Julio, Ge y yo. Y, por supuesto, bien ratas, terminamos comprando 1 botella entre 3.




Claro, tiempo para más viñedos no había, ya que todos cerraban a las 4pm y nosotros salimos de la playa tipo 3:00pm. Así q, el chofer este nos había apalabrado de nuevo. Nos llevó, en vez de a otro viñedo, a su casa. Nos mostró sus alpacas, no habló de esto y de aquello y, de paso, se fue a buscar a una pareja q tenía q llevar a la Terminal. Un ladri muy chamuyero, personaje que podía haber sido Porteño.

Max "Chamuyo" y la alpaca

Josefa Alpaca y un Julito
Es un cine muy particular como podrán ver. Como un living.Podés comprar café, etc, sentarte en el sofá y disfrutar de la peli.


Julito y Nina se bajaron el resto del tetra que quedaba. Julio ya estaba bastante mamado para la mitad de la película y por momentos se podían escuchar sus risas o los comentarios que le hacía a Nina en voz "baja". (Parecía el gallego murmuranzo en clase con esa voz gruesa que se escuchaba hasta la otra punta...imposible copiarte en un exámen con ese hdp!)
Volvimos a Auckland. Pero al salir nos percatamos que en la pizarra de las personas no gratas en la isla ahora habían estas fotos: