lunes, 1 de febrero de 2010

Retorno a NZ: Un vistazo a la Argentina

Uno de los sabores de boca que me dejó Argentina es algo que ya sabía, pero la perspectiva a la distancia a veces confirma lo que uno cree: El descreimiento. Una lamentable sensación que degenera todo, atenúa la esperanza y anula la productividad. Pero llamo productividad desde un sentido más amplio que el económico, llamo productividad a todo lo que el hombre produce, así de literal. El ser productivo genera movimiento, actividad, crecimiento, porque uno, de nuevo, está activo. El descreer desmotiva, por ende, repercute directamente sobre todo lo que podamos hacer. Nos aliena en una forma pasiva de vivir casi de autómatas, donde desde el trabajo cotidiano que nos da simplemente el sustento económico, volvemos a nuestras casas convertidas en bunkers anti-todo-lo-que-afuera-se-encuentre. Nos sentamos a criticar lo que no nos gusta desde esa posición cómoda de aislamiento y terminamos pasivamente absorviendo material producido por otro, sea cual fuere, desde películas o series bobas, hasta dramas y maquiavélicas conspiraciones que fomentan nuestro pesimismo. Entonces, cuando pasa algo malo, enseguida salta el "Ves? Yo te lo dije", con la mejor cara triunfante de quien no hizo nada más que esperar la catástrofe.

Esto es una descripción, no un ataque a nadie, quede claro. El salir al mundo a enfrentar el día a día teniendo esperanzas de que las cosas cambien, es muy distinto que salir con los puños en alto a pegarle al primero que se nos cruce o percibir todo como un ataque personal y ponernos un traje de aislamiento atómico que nos permita, sólo a través de sus guantes, relacionarnos con el mundo exterior. Porque el hacer implica equivocarse, y hay que tener entereza para lidiar con nuestros errores y seguir adelante día a día.

Entender que la mayoría pelea en esta selva por vivir mejor, con los recursos que tiene, con errores y aciertos, cada uno con sos formas (a veces tan diferentes a las nuestras), es empezar a tolerar y, por ende, a abrir nuestro espacio para compartir. En ese compartir es donde creo que podemos cambiar nuestra realidad y hacerla un poco mejor. No, erradicar la corrupción de un día para el otro no lo vamos a poder hacer; que grandes corporaciones sigan explotando descaradamente a millones de personas y al medio ambiente, tampoco; que el hambre en el mundo mañana va a ser más grande, así será. Pero un día, de a poco, quizá décadas y décadas desde hoy, el hambre va a tocar un pico máximo y van a empezar a atenuarse lentamente; menos hombres, mujeres y chicos van a ser explotados y la corrupción irá gradualmente decreciendo. Erradicarlas por completo? Nada es perfecto, por eso somos seres humanos. Pero al menos podemos hacer las cosas mejores, aprender cada día y sí, equivocarnos cada día también, qué hay de malo en eso? Siempre van a haber chorros, garcas, violentos, degenerados...pero el tema es ver en qué proporción los hay socialmente, ahí está la diferencia. Todos colaboramos directa o indirectamente para que los que nos aqueje suceda.

Voy a citar 2 simples episodios como ejemplo de lo que criticamos como Argentinos pero parece que pretendemos que nuestra casa la cuide otro.

1. Estábamos en la despedida de fin de año en una pileta. Grupo de 10-15 flacos, incluyéndome. No va que uno no pasa la revisación médica por tener hongos. A esto, de inmediato, lo primero q surgió es ir a hablar con el dueño para ver si lo hacíamos pasar igual - "total son sólo unos honguitos" -, o, peor, y para que vean cómo uno se mimetiza con el contexto, yo mismo, sí yo, le dije a otro que no iba a entrar a la pileta que se haga la revisación igual para darle el carnet al q no tenía y así hacerlo entrar. Cosa que luego me arrepentí y entendí como una pelotudez. Cuántas veces nos quejamos de que otras piletas son sucias o se llenan de "negros" que no cuidan nada, y ahora, un lugar que tiene en cuenta la higiene, lo tratamos de pasar por alto porque "yo no soy negro", "una cosa es el otro, pero a mí no".

2. Veo constantemente como el manejar un auto, se convierte en un acto de individualismo, y para esto no cito más que el común ejemplo de pararse sobre la senda peatonal en el semáforo. Inclusive dejando el auto en movimiento, como queriendo ganar terreno en la largada. Nos pusimos a pensar cuánto se gana realmente? O, más bien, cuánto se pierde? Pararse en la senda peatonal y dejar el auto en movimiento implican, a lo sumo, 1, 1.5m de distancia. Quizá 1 segundo menos acorde con la velocidad promedio del auto. Pero, lo peor, es q estamos generando una situación de conflicto, porque el peatón se encuentra con la incomodidad de que su espacio fue invadido y tiene que circular por lugares que no son propicios, por ende, elevando su mal humor, algo que puede directamente repercutir en nosotros, ya que cualquiera puede sino putearnos y generar, de nuevo, el argentinismo de enojarnos nosotros aún siendo infractores.

Esa cosa que tenemos los Argentinos que no nos gusta que nos marquen nuestros errores. Siempre es el otro el q se equivoca, el pelotudo.

Son detalles muy sutiles, a veces, pero que armonizan la relación entre pares. vivimos en un cúmulo de quilombos, ir sacando un par de la bolsa no viene mal, no? Esto alimenta una sociedad con menos conflictos de convivencia que va a incidir directamente en nuestra calidad de vida, lo creas o no. Seamos parte de la sociedad que queremos y no nos olvidemos que la construímos entre todos.

No hay comentarios: